¿Soy un Sol?
El consultorio de Erasmus Cefeido - Lun, 19/11/2012
Nuestra tormentosa estrella
Lo malo de poner a una astrónoma en un consultorio sentimental es que puede hilar muy fino. Aquí, el inocente comentario "eres un sol" permite a Erasmus elaborar una tesis sobre lo apropiado de la frase porque, en realidad, nuestra estrella es una estrella muy normalita... Y porque, si bien gracias al Sol existe vida en la tierra (y eso es bueno), el Sol también presenta etapas de actividad que pueden freír nuestros satélites (malo), aunque también las partículas cargadas procedentes del Sol producen las auroras polares (bueno)...
En este artículo analizamos por qué nuestra estrella, en apariencia tan tranquila, puede ser tan ¡¡¡¡¡¡ERUPTIVA!!!!!!! e ¡¡¡¡¡¡¡IMPREVISIBLE!!!!!!!:
El ciclo solar tiene un periodo de unos once años.
Un cortocircuito solar
En 1989, toda la provincia de Quebec, en Canadá, sufrió un apagón general de nueve horas que afectó a millones de personas. Mientras, en California, las puertas de los garajes se abrían y cerraban sin cesar. Y en el norte de España se observaban llamaradas rojizas en el cielo, que se confundieron con extraterrestres e incendios y resultaron ser auroras. ¿El culpable? Pues a ciento cincuenta millones de kilómetros: el Sol.
Como explica Erasmus, el Sol presenta una serie de fenómenos (manchas, fulguraciones, eyecciones de masa coronal...) que muestran una recurrencia periódica de once años y que, curiosamente, pueden explicarse con una causa común: el campo magnético.
Para entender cómo se produce el campo magnético solar hay que conocer algunos de los rasgos de nuestra estrella: el gas que lo compone está tan caliente que se configura como un plasma, una forma de materia en la que los electrones se han separado de los núcleos de los átomos y, por lo tanto, tiene carga eléctrica. Al poner en movimiento grandes masas eléctricamente cargadas surge el campo magnético, y en el Sol prácticamente nada está quieto: rota, pulsa, y en una zona interna incluso burbujea de forma similar al agua hirviendo (grandes burbujas de gas caliente ascienden hacia la superficie, donde se enfrían y vuelven a descender).
Estructura interna del Sol.
Aunque posiblemente todos estos movimientos contribuyan a la creación del campo magnético, se cree que hay una región clave, justo debajo de la zona donde el gas está en ebullición (o zona convectiva), donde se produce un cambio dramático relacionado con la rotación de la estrella que genera y amplifica ese campo. El Sol presenta lo que se conoce como rotación diferencial, que consiste en que las regiones ecuatoriales rotan más rápido, con un periodo de unos veintiséis días, que los polos, que completan una vuelta en más de treinta días. Esto es algo típico de las estrellas al ser cuerpos gaseosos, pero en el Sol esa rotación diferencial solo se produce hasta cierta profundidad: si dibujamos una trayectoria desde la superficie del Sol hasta su núcleo, a partir del 28% de ese camino se pierden las diferencias entre el ecuador y los polos y el Sol gira como si fuera un cuerpo sólido.
Para visualizarlo podríamos pensar en el Sol como una matrioska, esa muñeca rusa que contiene otra en su interior: la de dentro gira rígidamente cada veintiocho días, mientras que la de fuera anda más desordenada, con la cabeza y los pies girando cada treinta días y la barriga cada veintiséis. Incluso los profanos podemos imaginar que ahí tiene que ocurrir algo, y los científicos creen que las fuerzas generadas por el “encontronazo” de ambos tipos de rotación constituyen el origen del magnetismo solar.
Líneas del campo magnético solar.
La culpa fue del magnetismo
Ahora, ¿cómo explicamos la actividad solar con su magnetismo? Un campo magnético se define con líneas de fuerza que, en condiciones normales, deberían unir directamente los dos polos, el sur y el norte. Pero como el Sol rota más velozmente en el ecuador que en los polos, esas líneas de campo magnético se van torciendo y curvando en el ecuador en dirección este oeste, hasta tal punto que las líneas emergen a la superficie y forman bucles magnéticos, en cuya base suelen hallarse las manchas. Ya hemos comentado que se trata de regiones más frías, y ese descenso de la temperatura se debe a que el campo magnético bloquea el transporte de energía hacia la superficie.
Efecto de la rotación diferencial en el campo magnético solar.
Y ahí no queda todo, porque la mayoría de los fenómenos violentos que hemos descrito al principio, las fulguraciones y eyecciones, se localizan en regiones con manchas, o más magnetizadas. De hecho, se cree que las fulguraciones se deben a la liberación repentina de la energía acumulada en líneas de campo magnético sometidas a una fuerte torsión. Fue, precisamente, una intensa fulguración la que produjo en 1989 la tormenta magnética que dejó a oscuras a todo Quebec, además de producir errores en los satélites espaciales e interferencias en las comunicaciones por radio.
Así que, a partir de ahora, cuando os digan que sois un sol, desconfiad...